CUPRA Tindaya: 15 meses de desarrollo

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02 MAKING TINDAYA
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El Tindaya, presentado el 8 de septiembre en IAA Múnich, es un showcar desarrollado durante 15 meses para explorar cómo recuperar la centralidad del conductor en la experiencia de manejo. No se trata de una pieza aislada: equipos de exterior, interior, Colour&Trim y desarrollo digital trabajaron de forma integrada con un objetivo común —reducir intermediaciones y favorecer la interacción física con el auto.

Desde el inicio se estableció una consigna clara: “No drivers, no CUPRA”. El proyecto avanzó como un laboratorio de materiales, luz, sonido e interfaces hápticas. Esa convergencia se refleja en decisiones de arquitectura y en la manera en que la capa digital se incorpora: cuando aporta, acompaña; cuando estorba, se retira.

Arquitectura y acceso
La carrocería adopta una apertura lateral que libera todo el vano de acceso y expone un habitáculo orientado inequívocamente al puesto de conducción. Mandos con respuesta física, un tablero que privilegia la lectura inmediata y asientos tipo bucket con geometrías paramétricas buscan intensificar la sensación de control directo.

Interfaz sensorial y materiales
En el centro del habitáculo se ubica un prisma de cristal que actúa como nodo de interacción. Al activarse, desencadena tres escenas distintas de luz y sonido que modifican la atmósfera interior. Las superficies aplican tecnologías hápticas que reaccionan al tacto y un patrón “underskin” en los asientos aporta continuidad visual y táctil. La materialidad se concibió en clave de cambio de estado: mate que puede volverse brillante, suave que pasa a rígido, opaco que tiende a transparente según el estímulo.

Tres vectores conceptuales

  • Origen. Volver a lo analógico como territorio de emoción y decisión: menos filtros, más vínculo directo con la conducción.
  • Vida. Un lenguaje formal que sugiere un objeto “vivo”: firma luminosa en triángulos que remite a “pupilas”, Black Mask con efecto de respiración y un “corazón” —el prisma— que pauta el ambiente.
  • Transformación. Nada permanece fijo: texturas que evolucionan con el uso, llantas cuya lectura varía según la perspectiva y un color exterior que se funde del frontal a la zaga.

El desarrollo cromático resolvió un degradé bicolor mediante un proceso artesanal para armonizar con superficies de alta tensión. La calibración entre iluminación ambiental, respuesta háptica y materiales reactivos se ajustó para mantener coherencia sensorial en diferentes condiciones de uso.

Más que un fin en sí mismo, Tindaya funciona como banco de pruebas de un lenguaje que la marca anticipa trasladar a futuros modelos: interfaces no intrusivas, materialidad reactiva y una ergonomía que coloca al conductor en el centro del sistema.

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