Bugatti entrega el último Bolide
La finalización del último Bugatti Bolide marca el punto culminante de un proyecto que, desde su inicio en 2021, buscó transformar un concepto experimental en un automóvil real capaz de operar exclusivamente en circuito. El Bolide no solo representa un ejercicio extremo de ingeniería, sino también una reflexión interna de la marca sobre cómo debe materializarse su herencia técnica en un vehículo destinado únicamente al rendimiento. Con esta unidad final, Bugatti da cierre a un proceso que combinó experimentación, desarrollo intensivo y una atención minuciosa a la calidad de fabricación.
Un concepto radical que se convierte en un vehículo de producción
El proyecto comenzó con una pregunta central: cómo convertir un prototipo pensado como ejercicio teórico en un modelo que cumpliera con los estándares tradicionales de la marca. A lo largo del desarrollo se discutió qué lugar ocuparía un automóvil exclusivamente de pista dentro de la historia de Bugatti y qué sensaciones debía ofrecer al conductor. Esto llevó a un enfoque que equilibraba rendimiento extremo con una experiencia de manejo coherente con el legado de la firma.
Durante 2021 y 2022, el equipo trabajó en consolidar la estructura mecánica y la configuración estética del vehículo. Miles de horas de simulación, pruebas de resistencia y ajustes aerodinámicos permitieron definir un modelo listo para pruebas reales a inicios de 2023, cuando los primeros prototipos salieron a pista para validar su comportamiento.

Pruebas clave y desarrollo bajo condiciones estrictas
Uno de los hitos más relevantes ocurrió en 2023, durante la celebración del centenario del circuito de Le Mans. Allí, el piloto oficial Andy Wallace alcanzó 350 km/h en la recta principal, resultado que confirmó el potencial del vehículo y proporcionó datos esenciales para afinar componentes mecánicos y aerodinámicos.
Tras esa etapa, el proyecto entró en un ritmo aún más intenso. Entre 2023 y principios de 2024, las sesiones de prueba se organizaron bajo una planificación precisa que buscaba aprovechar cada minuto disponible en circuito. Las jornadas comenzaban al amanecer y se extendían hasta la noche, seguidas por revisiones técnicas que permitían ajustar el auto para el día siguiente.

Un cierre simbólico para una serie limitada
Dentro de las 40 unidades fabricadas, la última tiene un valor especial para la marca y para el propietario que la encargó. El vehículo utiliza una combinación de colores inspirada en el Type 35 que forma parte de la colección del cliente, retomando tonalidades históricas asociadas al automovilismo francés. La misma paleta ya había sido aplicada a su Veyron Grand Sport, también el último de su serie, lo que crea un vínculo personal que atraviesa distintas etapas de la historia de Bugatti.
Este Bolide final incorpora un exterior en ‘Black Blue’ y ‘Special Blue Lyonnais’, mientras que el interior está recubierto en Alcantara ‘Lake Blue’ con costuras en ‘Light Blue Sport’. Una bandera francesa en el lateral refuerza la conexión entre la identidad nacional de la marca y su trayectoria en competición.
La entrega en Molsheim se realizó en un encuentro reducido que destacó la importancia del proyecto para la marca y la relación de larga data con el cliente. El Bolide cierra así un ciclo que enlaza la herencia del Type 35 con la máxima evolución del motor W16 en un vehículo concebido exclusivamente para pista.
Con la culminación de estas 40 unidades, el proyecto se consolida como un ejemplo de cómo la tradición puede guiar la innovación cuando la perfección técnica es el principio rector.